Farmacia de la Estrella: Un ícono de nuestra Ciudad
En los orígenes de la ciudad de Buenos Aires, allá por 1834 y a instancias del Dr. Bernardino Rivadavia, muchos profesionales llegaron a nuestro país con el fin de desarrollar su trabajo en una ciudad que independizada de España, necesitaba organizarse y promover su desarrollo. Es así como Pablo Ferrari, bioquímico y boticario, italiano de nacimiento, crea la primer “botica” de la ciudad, nombre con el cual fue identificada la farmacia en aquel momento. El objetivo era la preocupación por la salud que presentaban los habitantes de la ciudad.
Una característica común a todas las boticas era la ubicación: preferentemente en una esquina frente a la iglesia. Si algún vecino tenía una emergencia podía localizar rápidamente la farmacia al buscar los campanarios de la iglesia más cercana.
Fue en 1885 cuando la farmacia De La Estrella inauguró el edificio situado en la esquina de Defensa y Alsina, frente a la Basílica de San Francisco. La farmacia cuenta con una decoración que impacta por su valor artístico y detalles de gran nivel: cristales de murano, estanterías de nogal, mármol de carrara, y los frescos en los cielorrasos del artesano Barberis que se destacan por los simbolismos que aluden a “la salud”, “la enfermedad” y “la farmacopea”.
Tiempo más tarde, en 1938 se transfirió la farmacia a don Silvestre Demarchi. El negocio creció y aprovechando la oportunidad, Demarchi instaló junto con la farmacia una droguería de venta al por mayor.
La Farmacia De La Estrella tuvo su fama bien ganada gracias a la oferta de prestigiosos productos originales, que aún son recordados con nostalgia: la limonada Roge, el tónico Hesperidina, y las píldoras para la tos Parodi, entre otros. Tanto que, durante sus primeros 25 años de vida, fue la única que importaba drogas al por mayor. Incluso instaló la primera fábrica de productos químicos en el país. Y fue allí por primera vez donde se utilizó el algodón cosechado en el Chaco, para fines medicinales.
En torno al año 1969 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires declaró patrimonio histórico el casco antiguo de Monserrat. De este modo, adquiere el edificio que contiene a la farmacia y los contiguos conformando el Museo de la Ciudad.
Al ser el comercio más antiguo de la zona, en el año 2008 se emprendió su restauración y puesta en valor del conjunto de edificios, para preservar su estilo único y detalles originales.
La disposición de estos muebles ha sido modificada con el paso del tiempo, pero su decoración mural en cielorrasos y pisos de mosaico no han sido alterados. En el cielorraso hay pinturas de Carlos Barberis que alegóricamente ilustran el triunfo de las medicinas frente a la enfermedad. Sobre los muros se pueden ver pinturas sobre tela que representan la química y la botica.
Visitar la Farmacia de la Estrella es imprescindible para tener idea de desarrollo comercial de Buenos Aires y para apreciar un local único que sigue vivo para que todos podamos apreciarlo como patrimonio porteño.
En la actualidad tenemos la posibilidad de viajar en el tiempo al acercarnos al histórico local de farmacia De la Estrella, con su exquisita decoración y sus artísticos detalles, lo que nos hace detenernos a recordar por un momento como vivían nuestros antepasados y como eran sus costumbres en la época colonial.